Diana Gálvez tiene 32 años y es madre soltera, cabeza de familia. Vive con sus dos hijos, su madre y un sobrino en la vereda El Fresnito, municipio de Argelia, departamento de Antioquia. Nació en la vereda El Silencio, en el mismo municipio y cuenta que desde pequeña supo que era el conflicto y el flagelo de las minas antipersonal,
“la historia de nosotros es bastante compleja porque los espacios fueron intervenidos por los diferentes grupos al margen de la ley; por ejemplo, donde la gente sacaba madera y recursos naturales, estos grupos dejaban minas antipersonal y artefactos explosivos”.
Su hermano fue víctima de uno de estos artefactos cuando el conflicto en Colombia estaba en auge,
“mi hermano fue una de las personas que fue victima de una de las minas. Mi hermano y otras dos personas se vieron muy perjudicadas y, debido a está violencia, la comunidad se vio obligada a cambiar la estabilidad económica, a cambiar la parte agrícola y pecuaria por otras cosas que quizás a lo que uno no está enseñado”.
Con el paso de los años terminó viviendo en El Fresnito y hoy, gracias a las operaciones de desminado civil humanitario adelantadas por 91Ƶ gracias al apoyo del Gobierno de Canadá, tiene un proyecto productivo con el Programa Mundial de Alimentos.
“Yo creó que HALO llegó en el tiempo que era. Después de la intervención con desminado humanitario, surgió el proyecto Granja La María con el Programa Mundial de Alimentos ya que, uno de los parámetros para que le proyecto se llevara acabo era que no hubiera conflicto y que las personas no tuvieran ningún miedo de ser afectados por una mina o un artefacto explosivo”.
Hoy, son once familias beneficiarias de este proyecto que está a cargo de once madres solteras cabeza de familia quienes gracias a esto, pueden tener un ingreso económico para mejorar su calidad de vida y la de sus hijos.
“Con el desminado tenemos la seguridad de podernos mover con tranquilidad, de poder sembrar lo que queremos sin impedimentos de movilidad por alguna mina antipersonal. Podemos transitar por los predios y conseguir lo que necesitamos para el proyecto, como madera para las estructuras o tierra de monte para mejorar las condiciones del suelo”. “Desde que inició el proceso de desminado ha sido un logro muy significativo tanto para mi familia como para la comunidad ya que el espacio que descontaminaron era un lugar que se utilizaba para ir a estudiar y, antes del desminado de HALO, la comunidad tuvo que dejar de transitar por ahí y desviarse por otros caminos más largos”.
Hoy, Diana agradece no solo a HALO por el trabajo, sino también al Gobierno de Canadá por apoyar está labor humanitaria,
“HALO ha hecho un proceso excelente. Gracias al Gobierno de Canadá que donan los recursos económicos para que HALO pueda intervenir y descontaminar estos espacios. Muchas gracias porque por las minas y los artefactos, las comunidades habían dejado los trabajos agrícolas y se vieron forzados a desplazarse a las ciudades”.